Introducción al clima Canario enfocado en vuelo libre

Las Islas Canarias surgen como imponentes columnas de roca volcánica desde el lecho marino hasta una altitud máxima cercana a los 4.000 metros y a poca distancia entre si. Sin embargo, cada una de ellas es un mundo en sí misma, un micromundo.

Un grupo de parapentistas despegan desde el Teide
Volando desde Izaña

Su situación geográfica, morfología y gran elevación en relación a su superficie, así como su cercanía al Noroeste de África, generan unas características climáticas absolutamente especiales.

Inmersas en la templada corriente marítima que lleva su nombre, apadrinadas por el casi perenne anticiclón de las Azores y vigiladas de cerca por el desierto del Sahara, se podría generalizar que el clima canario es suave y sin grandes contrastes estacionales, con temperaturas medias impropias de su condición subtropical, que oscilan entre los 19 y 25 grados centígrados de enero a agosto, pero esto es una visión puramente estadística. Su latitud, en principio, obligaría a unas temperaturas medias claramente superiores, pero una serie de condicionantes climáticos producen unas condiciones muy benignas, ya conocidas desde la antigüedad y que les llevó a ser denominadas como “Las islas Afortunadas” o “De los Bienaventurados” referidas a la bonanza de sus condiciones ideales o paradisiacas y de las cuales se deriva su lema principal en la actualidad: Las islas de la eterna primavera.

Su situación geográfica, morfología y gran elevación, así como su cercanía al noroeste de África, a tan sólo 100 km de la más cercana (Fuerteventura) generan unas características climáticas absolutamente especiales. Si en general, las condiciones meteorológicas de cualquier isla de pequeño tamaño son siempre diferentes a las que encontramos en los continentes, en las Islas Canarias este concepto es llevado al máximo, generando unas condiciones climáticas tan singulares que bien podrían definirse como “caprichosas”. Pero no sólo son diferentes entre ellas sino que, en sí mismas, registran diferencias climáticas espectaculares dependiendo de las vertientes y alturas, ofreciendo una variedad climática asombrosa en apenas unos kilómetros de distancia. Por ello en Canarias no se habla de un clima propio sino de diversos microclimas.

Por todo esto las Islas son el modelo perfecto para visualizar y comprender diversos factores meteorológicos fundamentales para la práctica segura del  vuelo libre y gracias al elevado número de días de vuelo al año, también son el sitio perfecto para aprender, progresar y adquirir los conocimientos de un piloto experto de parapente.

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La corriente marítima de Canarias

Es un segmento de la Corriente del Golfo o corriente atlántica del norte, que toma el nombre del archipiélago a su paso por las islas.  De unos 500 km de longitud y circulación en sentido NE-SO, dado que sigue obligadamente el perfil del anticiclón de Las Azores, es una corriente fría que se estrecha a medida que se acerca a las islas, comprimida por la costa africana y por el importante aumento del gradiente de temperatura que registra el atlántico hacia el oeste, incrementando rápidamente su temperatura (+2 grados C desde el extremo Este al Oeste del archipiélago) La frialdad de sus aguas proviene principalmente de los surgimientos oceánicos en sus cercanías (up-wellings) y sobre todo en la cercana costa africana. Esta característica es una de las mayores influencias sobre el clima de las islas, propiciando unas condiciones de escasas precipitaciones habituales y tendencia a la desertización, pero que al ser “acondicionado” desde la superficie del mar influye de manera dramática en el clima, manteniendo esas temperaturas habitualmente suaves y contenidas. Podemos resumir que en invierno templa el aire y en verano lo refresca.

El Anticiclón de las Azores (Leer post específico al respecto)

La elevación del terreno

De las siete islas Canarias, al menos 5 alcanzan los 1400 metros de altitud. Sólo las dos más cercanas a África no superan los 800 metros. La isla de La Palma supera holgadamente los 2.000 metros y la isla de Tenerife supera los 3.500. Las 5 islas altas son muy montañosas en general y sus costas suelen ser acantiladas o de gran pendiente. La gran elevación en relación a su superficie es probablemente el factor más condicionante en la climatología canaria. No sólo permite el efecto antes mencionado del estancamiento nuboso a barlovento sino que aumenta la intensidad del viento, otra característica del clima insular. Hay que pensar que se hallan muy cerca unas de otras y son proporcionalmente muy altas, lo que convierte a sus aguas interiores en auténticos canales por los que se introduce con fuerza el viento, acelerándose hasta más del doble de velocidad del que trae antes de alcanzar las islas. Este hecho se ve reforzado por la habitual inversión de temperatura que oscila entre los 1300 metros en invierno y los 700 metros en verano. Esto significa que el viento se ve obligado no sólo a colarse en los canales entre islas, sino que no puede sobrepasarlas por sus cumbres debido a ese “tapón” que supone la inversión de temperatura. Por encima de los 1400 metros el viento sopla habitualmente con componente oeste y no se mezcla con la capa bajo la inversión. Este aire en altura es habitualmente seco y proporcionalmente cálido, como corresponde a su latitud, a diferencia del de las capas bajas, generando un clima seco y soleado en casi un 90% del año.

En las vertientes suroeste de las islas, en mayor o menor medida dependiendo de su forma, y sobre todo en la capa baja, se crean zonas de calma habitual tanto en tierra como en el mar, con escasa aparición de nubes y mínimas precipitaciones, definiendo un terreno casi desértico, mayor cuanto menor es la altitud.

Todo este sistema habitualmente regular se ve distorsionado unos pocos días al año, debido principalmente al alejamiento del anticiclón y al emplazamiento de las islas en la frontera natural entre las masas de aire tropical y aire templado. Esto permite la intrusión de masas de aire frío en altura proveniente del norte en forma de “gota fría” en invierno y principios de la primavera así como la llegada de borrascas tropicales al final del otoño. Sobre todo estas últimas, se caracterizan por lluvias torrenciales y vientos fuertes y racheados, en episodios de 3 ó 4 días de duración con importantes destrozos en la agricultura y las infraestructuras. En invierno, estas condiciones si bien menos violentas, generan nevadas en las cumbres más altas, siendo muy abundantes en la isla de Tenerife.

La otra perturbación principal del clima es la intrusión de aire proveniente del Sahara. Es producida habitualmente por dos causas: En invierno, principalmente, por el debilitamiento del anticiclón que permite que parte de la masa de aire sahariana se vea absorbida hacia las islas y en verano por fuertes tormentas en la zona del Sahel que lanzan bocanadas de aire y polvo hacia el atlántico. Estas perturbaciones del régimen habitual de vientos alisios suelen estar acompañadas de un notable aumento de la temperatura, sequedad del aire y polvo en suspensión, episodios conocidos en las islas como Calimas.

Escrito por Guillermo de Armas